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HiSToRia PeRSoNaL

Cuando era pequeña recuerdo jugar con plastilina en clase y utilizar punzones, pero esto fue en la Educación Infantil, en preescolar.
Ya en la Educación Primaria, lo que hacíamos en clase era dibujar, colorear y hacer postales para el día de la madre, del padre y navidad. También hacíamos murales, pero aprovechábamos las festividades y eventos como tema principal en las clases de Plástica y en ocasiones nos quedábamos sin esta asignatura para adelantar algo de Matemáticas, Lengua... Se les otorgaba mucha más importancia a estas áreas, se puede decir que tanto la Educación Artística, Física y Musical fueron en mi infancia (al menos) “materias María” de fácil aprobar y de poca importancia para el profesorado, aunque por lo general de mucha para los alumnos/as y en especial para mí.
Lo que no me gustaba era que nos diesen poca libertad para escoger temas e incluso colores: “ahora vais a dibujar una casa con el tejado en rojo y las ventanas verdes”... solía pensar que había casas con las ventanas marrones o azules y no entendía por qué teníamos que pintarlas como nos mandaban. Ahora, aunque lo entiendo, no lo comparto, ya que los maestros, tanto consciente como inconscientemente, muchas veces pecan de limitar la creatividad de los niños/as.
Pero aunque no me gustaba esta imposición por parte de los profesores/as, la Educación Artística siempre me gustó mucho. Siempre que había concursos en el colegio (a nivel estatal) entregaba mi lámina, o mi dibujo; gané premios, pero debido al trabajo de mis padres nunca pude ir a buscar ninguno. Aunque no regalaban gran cosa (trofeos, algún dinerillo...) a mí me hacía mucha ilusión.
A pesar de que parezca paradójico el trabajo de mis padres influyó en mi Educación Artística: como no tenían mucho tiempo para atenderme, un año me mandaron a clases de dibujo en verano, me lo pasé muy bien, pero como se mudaron de local no pude volver a ir, y otros sitios donde daban clase quedaban lejos y nadie me podía llevar.
De nuevo por el trabajo de mis padres, tomé contacto con el arte, ya que debido a mi facilidad de conversación entablé amistades desde muy pequeña con estudiantes de Arte (en la Facultad de Xeografía e Historia). Traían libros y me enseñaban obras de grandes pintores, en agradecimiento (y la verdad mayoritariamente porque me encantaba) les regalaba dibujos hechos por mí. En invierno me pasaba así, las tardes dibujando.
En verano, me iba a la aldea con mis abuelos. Mi abuela era sastre, y desde muy pequeña aprendí a coser, ¡menos mal que me gustaba!, porque allí no se hacía otra cosa. Aún guardo vestidos para las barbies, pantalones hechos con tela vaquera e incluso bordados de flores en telas viejas.

Retornando a las aulas: en una ocasión (en 5º A de Primaria) me encargaron hacer un dibujo para la revista anual del colegio (cada clase hacía un pequeño trabajo); tuve que dibujar a las diosas griegas, pero cuando nos dieron la revista no aparecía mi nombre sino el de una niña de 5º B. Mi clase también tenía un trabajo en la revista (aunque no recuerdo el qué ni por quién fue realizado); aunque me entristecí no se me ocurrió decir nada.
Ya en la ESO, llegó al colegio una profesora nueva que nos habló de diferentes tendencias: cubismo, impresionismo... la verdad aprendimos mucho con ella; y debo decir que no se me daba mal lo de distinguir tendencias (aunque no conociese las obras).
En 4º de la ESO, mi último curso en el colegio, la profesora de Lengua, que también trabajaba en la biblioteca de una Universidad; hizo que le cogiésemos gusto a las obras artísticas y a las representaciones teatrales. En sus clases ensayábamos teatro de obras conocidas como Historia de una escalera o La Dama Boba; y nos hablaba de pinturas que aparecían en el libro de Lengua. En una ocasión, nos habló de Las Meninas, y de cómo el autor mediante espejos y una buena imaginación configuró la obra. Probablemente de ahí mi pintor favorito sea Velázquez, y mi obra preferida: Las Meninas.

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